
"Y el Dios de paz ... os haga aptos en toda obra buena". La palabra griega del texto original que aquí se traduce “haga aptos” es katartizo, que Reinier Schippers define como ordenar,fundamentar, preparar, equipar, y también reparar, restablecer (véase L. Coenen, E. Beyreuther y
H. Bieternhard, Diccionario teológico del Nuevo Testamento. Salamanca: Sígueme, 1980, vol. III,
p. 346). La NV195 traduce: “los capacite". Esto debe contrastarse con la palabra teleioo usada en
Hebreos 2:10; 10:1,14; 11:40, que según el mismo Schippers significa llevar a la plenitud, hacer
perfecto (op. cit., vol. III, p. 79,83). La palabra de nuestro texto, katartizo, se usa para describir el trabajo que Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, estaban haciendo cuando Cristo los llamó al ministerio: estaban “remendando las redes- (Mt. 4:2 l). En Gálatas 6:1, Pablo utiliza esta palabra para hacer una exhortación: “Hermanos, si alguien es sorprendido en pecado, ustedes que son espirituales deben restaurarlo con una actitud humilde . . .” (la cursiva es mía). De manera que
era muy adecuado aplicar esta palabra a cristianos hebreos que tenían una verdadera necesidad de ser advertidos en contra de la apostasía. Después de haber creído en el evangelio habían
encontrado tan enardecida oposición de parte de los judíos que ahora se encontraban tambaleando en su fe (Heb. 4:1. 6:11,12: 10:23. etc.). Los hebreos habían vacilado y caído (Heb. 12:12); el apóstol ora aquí por su restauración. Los diccionarios (tales como el de Liddell y Scott, p. 910) nos dicen que
katartizo (que la RV60 tradujo “haga aptos” ) literalmente hace referencia a la reubicación de un hueso dislocado. ¿No ocurre lo mismo con los creyentes? Una triste caída quiebra su comunión con Dios, y nada que no sea la mano del Médico divino puede reparar el daño. Esta oración es para todos nosotros, pues pide que Dios rectifique cada una de nuestras capacidades para hacer su voluntad, y que nos enderece para su servicio cada vez que tengamos necesidad de ello.
Notemos cuán inclusiva es esta oración: “Os haga aptos en toda obra buena". Como Gouge lo ha señalado, “todos los frutos de santidad van en dirección a Dios, y los de justicia en dirección a los hombres". La regla que Dios ha puesto ante nosotros no nos permite mantener áreas reservadas: Se
requiere que amemos a Dios con todo nuestro ser, que seamos santificados en todo nuestro espíritu, alma y cuerpo, y que en todas las cosas crezcamos en Cristo (Dt. 6:5; Lc. 10:27; Ef.
4:15; 1 Ts. 5:23). El objetivo que debemos alcanzar es nada menos que la perfección en “toda obra buena". Aunque en esta vida no podremos alcanzar la perfección absoluta, lo que se demanda de nosotros es la perfección de la sinceridad, es decir, que lo intentemos honestamente, que hagamos un esfuerzo genuino por agradar a Dios. La mortificación de nuestros apetitos, el sometimiento a Dios en las pruebas, y la práctica de una obediencia imparcial y universal, siempre son todos ellos deberes obligatorios para nosotros. Nosotros mismos somos incapaces de cumplir con nuestras obligaciones; por eso tenemos que orar continuamente, para recibir la gracia que
nos capacite para llevarlas a cabo. No sólo dependemos de Dios para poder iniciar nuestras buenas obras, sino también para continuarlas y progresar en ellas. Emulemos a Pablo, quien dijo: “No es que ya lo haya conseguido todo, o que ya sea perfecto. Sin embargo, sigo adelante esperando alcanzar aquello para lo cual Cristo Jesús me alcanzó a mí. Hermanos, no pienso que yo mismo lo haya logrado ya. Más bien, una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está delante, sigo avanzando hacia la meta para ganar el
premio que Dios ofrece mediante su llamamiento celestial en Cristo Jesús” (Fil. 3:12-14).